Sentemos a un niño pequeño delante de un piano . Nunca a visto uno, pero tiene antes sí unos bloques blancos y negros tan limpios que dan ganas de ensuciarlos con las manos. Al golpearlos suenan y que cosas , cada uno devuelve un sonido diferente .
La inteligencia artificial de frontera se inspira en el aprendizaje de ese niño tan curioso y paciente para dotar a una nueva generación de autómatas con habilidades inéditas. "La robótica del desarrollo quiere crear robots mucho más diestros: hacen varias tareas y en lugar de adiestrarlos para que aprendan una a una, como hacen los actual, se les enseña a que las descubran y las dominen por sí mismo".
Ha liberado un experimento concebido en el Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial de Barcelona para demostrar que un robot puede aprender a tocar un instrumento que desconoce . El trabajo, centrado en la programación de un robot preexiste, ha aparecido publicado en la revista IEEE Transactions on Autonomus Mental Development .
En un laboratorio del Imperial Collge de Londres que participa en el estudio habita un robot iClub. Tiene cara de niño y apenaas mide un metro . A los efectos de este experimento, es ciego; le bastan su oído y su tacto. Ribes y sus compañeros le han plantado delante un instrumento, el Reactable, una especie de mesa electrónica de 14 teclas.
Los técnicos le indican al robot una melodía de cuatro notas y le dejan manos libres, la derecha, en concreto para que comience a jugar . Tantea el teclado, como su fuera un niño del piano , nadie le ha dicho que es eso que tiene delante . "Le damos un número muy pequeño de innatos , aclara Ribes.
Esos innatos también los lleva de serie un ser humano, tercia con un ejemplo Ramon López de Mántaras , director del IIIA y parte del proyecto : " Un niño sabe desde pequeño que tiene que alargar el brazo para agarrar las cosas". Lo que diferencia más esta área de la inteligencia artificial clásica es que la robótica del desarrollo reduce al mínimo la preprogramación, los innatos. López Mántaras describe de manera gráfica a un robot evolutivo al que no se le ha preprogramadoel concepto obstáculo: "En lugar de programarle que cuando que tope con un obstáculo se aleje, aqui se le viene a decir pégatela una y otra vez contra las cosas y aprende qué es un obstáculo por tu mismo".
Quitando los pocos innatos de iClube pianista casi todo lo demás es mérito suyo: el robot descubre que los tonos y la duración de las notas se ubica en diferentes teclas. Y si quiere alcanzarlas a tiempo tiene que reproducir la melodía con las mismas notas y duración, mas le vale ingeniárselas para coordinar sus movimientos con eficiencia .
No se trata solo de llegar a la tecla. si no de que llegue a tiempo y hacerla tocar a una cierta velocidad. No tiene nada que ver la destreza de un novato con la que tiene un experto. Arturo Ribes explica que el robot aprende que nota devuelve cada tecla, pero también cómo de rápido le deja ir su cuerpo de un lado para otro."Cuando el humano le dice toca esta secuencia, él le puede responder hasta aquí encuentro las notas, pero las dos últimas no puedo hacerlas tan rápido como me pides".
El robot recibe el mínimo de instrucciones previas, tiene que ser él quien empiece a deducir qué puede sacar del teclado. En este punto de la conversación con Ribes y López de Mántaras se deslizan conceptos como consecuiencia, placer por experimentar y aprender, sentido común . Términos apetitosos cuando se describe un robot niño, pero arriesgados, según los investigadores .
La consciencia del robot consiste en un darse cuenta por estar atento de las consecuencias de sus actos en un nivel muy aplicado, no abstracto. Y experimenta placer porque recibe un refuerzo positivo cuando obtiene información relevante, cuando aprende algo que no sabía aún.
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